Continuando con las 6 virtudes del corazon,  digamos que la virtud con la que nos sentimos menos sintonizados es el perdón. ¿Qué es lo que sentimos cuando esta palabra llega a nuestra mente y corazón? Es aquí, en las “áreas de menor conexión” donde debemos ser honestos con nosotros mismos. Debemos ser capaces de llevar a nuestra percepción nuestros sentimientos y pensamientos y examinar las razones por las que algunas virtudes particulares son “más débiles” que otras. Podemos aprender mucho de nosotros mismos de esta manera.

El perdón está relacionado con el tiempo. No se requiere mucha capacidad mental para darse cuenta que cuando nosotros fracasamos en perdonar, estamos congelando a todas las personas involucradas (incluyéndonos a nosotros mismos) en un punto en el tiempo donde fuimos agraviados. Estamos creando un espacio-tiempo personal en el que nos encerramos nosotros mismos (y las imágenes de los otros) en cada ocasión que recreamos recordando el incidente en el que alguien nos agravió.

Como se mencionó antes, el alma y el corazón operan fuera del espacio-tiempo, así que mientras que nosotros, la personalidad-ego, no pueda perdonar, no podemos acceder al corazón, y por defecto, no podemos contactar al alma y hacer uso de su sabiduría. A menudo, si examinamos esa situación más profundamente, podemos descubrir que nosotros en realidad disfrutamos al subir a nuestra máquina del tiempo y revisitar esos hologramas del pasado. Podemos, de hecho, ser adictos a las emociones negativas ligadas a esas ocurrencias del pasado.

El punto principal de este ejercicio es identificar nuestras fortalezas y debilidades en relación a las seis virtudes porque ellas son barómetros metafóricos de nuestras experiencias de vida acumuladas. Ellas muestran las líneas de menor resistencia en nuestra personalidad-ego. Si una virtud particular crea un sentido de bloqueo o malestar en nuestro campo mental/emocional, es una pista valiosa que puede conducirnos a la causa inicial del bloqueo. Por otro lado, tú puedes sentir una profunda resonancia hacia una virtud particular y esta línea de menor resistencia también puede conducirte a sus raíces y producir información importante que puede arrojar luz a toda tu práctica.

Un ejemplo de cómo albergamos resentimientos sin darnos cuenta:

Ante algo que ves en la televisión o algo que un compañero de trabajo dice o hace que provoca que tú reacciones, HAZ UN ALTO y observa tu reacción. ¿Haces tu comentario “habitual”? ¿Te ríes o te quejas sin pensar en el por qué? ¿Entra a tu mente un pensamiento desagradable o alguna emoción negativa? Cualquier cosa que suceda –OBSÉRVALA. Pon atención a estas reacciones de “actos-reflejo”. Interrumpe el flujo automático de pensamientos y emociones habituales. Estas son las “cosas” que seguimos acumulando y almacenando en nuestros armarios. Estos son los elementos que evitan que la luz del alma entre a tu campo de concienciación. Ese es el “ruido” que ahoga la voz interna del corazón energético.

Nuestras reacciones internas a estas seis virtudes pueden ser rastreadas en el tiempo proporcionándonos un análisis del paisaje de nuestra personalidad-ego. Seguirle la pista a este paisaje subjetivo revela patrones de actitud y comportamiento que contribuyen al mundo desequilibrado y caótico del ego-personalidad. Seguir la huella nos proporciona la información que necesitamos para curar y transformar estos patrones limitantes.

La práctica cuándo-cuál-cómo proporciona las herramientas para cultivar, esculpir, y embellecer el paisaje de nuestro territorio subjetivo; transformándolo en un entorno armonioso y curativo. La experiencia y conocimiento que obtenemos por trabajar en nuestra propia transformación, a su vez, nos ayudará mucho para ayudar a otros.

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