Desde los albores de la medicina hace siglos, siempre se han ido divulgando informaciones erróneas sobre la curación a través de varios métodos. El primer método utilizado, especialmente durante la Peste Negra en los siglos XIV y XV, fue el enfoque de la Ciencia y la Medicina de la “autoridad tradicional”. Éste consistía en la idea de que si una persona prominente declaraba que algo era verdadero esto tenía que ser así, y cualquier observación en contra se consideraba una anormalidad.

Siglos después, médicos como Ibn al-Nafis (considerado el “gran fisiólogo de la Edad Media”) y Vesalius (fundador de la anatomía humana moderna) reemplazaron las doctrinas anteriores y desacreditaron muchas de las teorías de las “autoridades tradicionales” con doctrinas provenientes de sus investigaciones en fisiología y anatomía..

Al dar un salto al siglo XX encontramos que en esta época empezó a surgir la medicina basada en la evidencia, así se identificaron formas más efectivas de hacer las cosas (también llamadas “algoritmos de práctica” o “prácticas óptimas”) a través de métodos científicos y de la ciencia moderna de información global. Se recopiló evidencia y se desarrollaron protocolos estándar que a partir de entonces se difundieron entre los médicos y el personal de salud. El problema del enfoque de las “prácticas óptimas” es que sirvió para suprimir todos los demás planteamientos alternativos de tratamiento.

Asimismo, los métodos científicos utilizados para sacar conclusiones, aunque aparentemente lógicos e imparciales (por lo tanto, confiables), en realidad eran deficientes.

Toda experimentación científica hasta cierto punto está sujeta hasta cierto punto al sesgo de confirmación (o el efecto del observador expectante). El sesgo de confirmación es una influencia subjetiva hallada en la investigación científica cuando un investigador espera un resultado determinado y, por lo tanto, manipula inconscientemente el experimento para obtenerlo. También la ideología, la visión del mundo, las supersticiones, las tradiciones o la religión propias del investigador pueden hacer que valore más unos datos que otros.

El cerebro humano tiende a llenar huecos en lo que percibe y, a menudo, un investigador puede ser testarudo, no estar dispuesto a admitir un error, o sentirse avergonzado por tener que retractarse de una opinión declarada públicamente. Así pues, cualquier conclusión derivada de “estudios científicos” o “estudios clínicos casi nunca es imparcial y, por consiguiente, no siempre puede considerarse fidedigna.

De momento existe una confusa variedad de las llamadas “prácticas óptimas” para cada parte de la anatomía, todas ellas teñidas con un mayor o menor grado de enfoque. Esto ha hecho que la curación de enfermedades parezca una ciencia compleja y misteriosa, con su propio lenguaje, que está lejos del entendimiento de la población no—médica (al igual que la Torre de Babel de las Escrituras que provocó una confusión de lenguas).

Lo que complica más las cosas es que el campo de la medicina ha generado una gran cantidad de especialidades basadas en los distintos órganos del cuerpo, como la neurología, la cardiología, la dermatología, la urología, la ginecología, la endocrinología, etcétera, así como de especialidades basadas en enfermedades, como la oncología (para el cáncer) o la gerontología (para las enfermedades de la vejez), las cuales tienen sus respectivas modalidades de tratamiento y de terapia.

El resultado final es un modelo médico no tan distinto a la leyenda hindú sobre seis hombres ciegos que se encontraron con un elefante.

La leyenda de los seis hombres ciegos y el elefante Había una vez seis hombres ciegos que, al encontrarse con un elefante, lo valoraron por separado. El primer individuo había chocado contra su costado amplio y robusto, y llegó a la conclusión de que el elefante era muy parecido a una pared. El segundo, al tocar uno de sus colmillos, dijo que el elefante se parecía mucho a una lanza. El tercero tomó por casualidad la serpenteante trompa entre sus manos, y dijo que el animal era muy similar a una serpiente. El cuarto estiró la mano, tentó una rodilla y llegó a la conclusión de que el espécimen era muy parecido a un árbol.

El quinto le tocó la oreja e insistió en que el elefante era muy parecido a un abanico. Por último, el sexto agarró la cola que el paquidermo balanceaba y concluyó que el elefante era muy parecido a una cuerda.

Cada uno de los hombres ciegos estaba parcialmente en lo cierto al basarse en sus propias percepciones subjetivas, pero al mismo tiempo se habían equivocado. ¡Lo más curioso de todo esto es que el desacuerdo provenía de la ignorancia absoluta porque ninguno había visto jamás un elefante!

El campo de la Medicina, con sus teorías divididas sobre qué causa la enfermedad y cómo erradicarla del cuerpo humano, en realidad percibe solamente una pequeña parte del cuadro completo, es decir, apenas cuenta con un subconjunto limitado del funcionamiento completo del cuerpo humano.

Se podría pensar que ya que las industrias médica y farmacéutica han crecido tanto debe haber muchas menos personas enfermas en el mundo. Lo cierto es que ocurre justo lo contrario. Por ejemplo, en Estados Unidos hay mucha más gente enferma que en cualquier otra época en la historia, y esto no sólo se ve en números reales sino como porcentaje de la población.

Lo anterior no pretende de ninguna manera desacreditar a los médicos, personal del sector salud e instituciones que sinceramente tienen buenas intenciones de ayudar a curar a las personas y erradicar enfermedades. Los argumentos simplemente se refieren a un sistema médico ineficaz que se concentra en la enfermedad y no en la salud, que promueve procedimientos, medicamentos o tratamientos costosos (es decir, impulsados por beneficios económicos), invasivos y potencialmente peligrosos (incluso mortales), en lugar de ofrecer tratamientos o terapias sencillas, naturales, económicas y eficaces que, además, no tienen efectos secundarios.

Hay un proverbio chino que dice:

El médico superior previene la enfermedad.

El médico mediocre se ocupa de la enfermedad inminente.

El médico inferior trata la enfermedad existente.

¡Según la definición anterior, los doctores tradicionales (alopáticos) son o mediocres o inferiores! Sin embargo, no lo son necesariamente por su dedicación mediocre o inferior a la profesión de la curación, sino porque las 126 escuelas de Medicina que dan una educación y formación médica convencionales se enfocan en tratar las enfermedades reales o inminentes en lugar de prevenirlas.

Aunque la mayoría de medicamentos prescritos por los médicos pueden aparentemente aliviar (o “curar”) una enfermedad, muchos de ellos sólo alivian los síntomas o el dolor asociado con dicha enfermedad, pero no la curan. Por ejemplo, la medicación más popular para el asma, consistente en la inhalación de antagonistas beta que relajan los músculos de las vías aéreas, puede ayudar a los asmáticos a respirar con más facilidad, pero NO cura la afección ni reduce la inflamación de las vías respiratorias. Los medicamentos que afirman “curar” una enfermedad al frenar la propagación de los gérmenes invasores, como bacterias y virus; eliminando células cuando se dividen, o evitando que éstas se multipliquen, en verdad logran su objetivo, pero no sin dañar el cuerpo.

Prácticamente todos los medicamentos tienen efectos secundarios, es decir, producen otros efectos (incluyendo aquellos que resultan adversos y graves) aparte de los deseados.

Algunas veces los medicamentos alivian un problema de salud, pero en el proceso ocasionan otros aún más graves. Así que tomamos medicamentos para aliviar los síntomas de la osteoporosis y, a cambio, tenemos un riesgo mayor de cáncer de seno; e intercambiamos la impotencia por una enfermedad cardiovascular; o la depresión por la diabetes; y tomamos una píldora para la artritis corriendo el riesgo de sufrir un infarto.

Incluso, hay medicamentos que están diseñados básicamente para aliviar los efectos secundarios que provocan otros fármacos o tratamientos médicos.

Esto apenas concierne a los efectos secundarios de los medicamentos.

También hay efectos relacionados y consecuencias graves para la salud causados por tratamientos médicos como la cirugía, la radiación o quimioterapia. Hasta procedimientos de diagnóstico como los rayos X, las mamografías y las resonancias magnéticas nucleares (RMNs) tienen sus propios riesgos y efectos secundarios asociados.

El dilema es: ¡Desde que se introdujeron las mamografías, la incidencia del carcinoma ductal in situ, un tipo de cáncer de seno, ha aumentado un 328%! Al menos el 200% de este incremento se atribuye a la radiación dañina de las mamografías.

Es más, también se cree que las mamografías ayudan a extender las células cancerígenas debido a la considerable presión ejercida en el seno durante el procedimiento.

Cuando se tienen en consideración las condiciones reinantes en la industria médica, se empieza a ver que ceder el control de la salud a los médicos, a las instituciones sanitarias o a la industria farmacéutica no es lo más conveniente para usted.

Esto significa que no debe aceptar ciegamente los consejos médicos como el mejor plan de acción para su salud. Tampoco debe dejarse engañar por las campañas publicitarias multimillonarias de las compañías farmacéuticas que promocionan “medicinas” que no curan y que a menudo causan daños.

El elemento más esencial en el cuerpo humano Para desarmar las complejas modalidades de curación que han creado las industrias médica y farmacéutica (y descubrir el camino a la verdadera curación), es preciso observar más de cerca el núcleo de la existencia humana. Entre el 70% y el 80% del cuerpo humano está compuesto de agua, y el agua es oxígeno en un 89%. Así pues, el cuerpo consta de un 62% a un 71% de oxígeno, y éste es el elemento más abundante y esencial del mismo.

El noventa por ciento (90%) de toda nuestra energía biológica proviene del oxígeno. Es el elemento esencial que el cuerpo humano necesita, no sólo para sobrevivir, sino también para disponer de niveles óptimos de energía, funcionar correctamente y volverse más productivo.

Considere, por ejemplo, que los humanos podemos sobrevivir semanas e incluso meses sin alimentos, y resistir muchos días sin agua. Pero sin oxígeno no podemos subsistir más de unos cuantos minutos.

Por lo tanto, es sorprendente que a la gente le cueste creer que precisamente el elemento que los humanos necesitamos para vivir también sea el secreto para mantenernos libres de enfermedades. Los profesionales de la salud, en particular, considerarían bastante simplista o, incluso, carente demérito la idea de curar casi todas las enfermedades con oxígeno.

Lo curioso es que este recurso ya se utiliza en Medicina. El aporte de oxígeno se ha empleado para aliviar determinadas afecciones de salud, como el enfisema y la neumonía, que afectan a la capacidad del cuerpo de inhalar suficiente oxígeno gaseoso. El oxígeno hiperbárico (de alta presión) se ha empleado para tratar los envenenamientos con monóxido de carbono, la gangrena gaseosa y la enfermedad por descompresión.

El oxígeno también se ha utilizado en situaciones de emergencia y en pacientes que necesitan ventilación mecánica.

Los pacientes que en su lecho de muerte reciben dosis extra de oxígeno a menudo se mantienen con vida durante más tiempo, cuando de otro modo ya habrían muerto.

Sin embargo, debido a que el oxígeno rara vez se ha usado en el entorno médico como primera línea de defensa para la prevención, y mucho menos para la “curación” de enfermedades, nunca se ha reconocido su legítima posición como cura para casi todas las enfermedades.

El mundo de la Ciencia y la Medicina siempre ha sabido que el oxígeno es la base de la vida humana, y que sin él los humanos mueren. Esta verdad fundamental se ha recubierto durante siglos de tanto material superfluo que su esencia se ha visto completamente oscurecida por la ‘Torre de Babel’ que ha creado el campo de la Medicina.

Esta  información dará evidencias sólidas de que la primera causa física de todas las enfermedades está relacionada, de una manera u otra, con la deficiencia de oxígeno. De hecho, muchas terapias elaboradas (que resultan onerosas) que ofrece la medicina organizada se aprovechan del efecto del oxígeno en las células enfermas. La mayoría de las terapias convencionales contra el cáncer, por ejemplo, incluyendo la quimioterapia y la terapia de radiación, producen efectos activados por el oxígeno que matan las células cancerígenas.

Otra medicación nueva para el cáncer, la verteporfina, aumenta la cantidad de oxígeno dentro de los tumores cancerosos y los destruye más eficazmente que la radiación por sí sola. Los medicamentos con interferón, que se prescriben mucho para el tratamiento de la esclerosis múltiple, deben su eficacia a que aumentan los niveles de oxígeno del cuerpo. Se podría llegar a la conclusión de que muchos medicamentos funcionan sobre el mismo principio de oxigenación descrita en esta información, pero cuestan diez mil veces más que la terapia autoadministrable de un centavo y medio por día que aquí describo.

Es más, esta terapia no produce ninguno de los efectos secundarios típicamente asociados a los medicamentos tóxicos y a otras terapias médicas radicales.

En los siguientes reglones, usted descubrirá…

  • cómo docenas de pacientes con SIDA han revocado sus sentencias de muerte y ahora viven vidas normales como resultado de esta terapia tan poco conocida;
  • . cómo todos los microorganismos, virus, bacterias, toxinas y agentes patógenos que causan enfermedad se erradican en presencia de suficientes cantidades de oxígeno en la sangre y en las células;
  • cómo un gran número de enfermedades que van desde los resfriados y la gripe común a la malaria y el cólera se han curado en la India desde hace más de 170 años usando esta misma terapia;
  • por qué el puñado de médicos norteamericanos que emplean esta terapia para curar una amplia variedad de las llamadas enfermedades “incurables”, o la avalan de cualquier manera, reciben fuertes ataques por parte del establecimiento médico y se ven amenazados con la revocación de sus licencias médicas; y
  • Cómo puede oxigenar su cuerpo utilizando este procedimiento increíblemente sencillo sin la ayuda de un médico y duplicar en casa, en un minuto o menos, los espectaculares resultados de curación de la terapia de oxígeno institucional.

Aunque el concepto fundamental detrás de la terapia de oxígeno en un minuto se basa en una verdad centenaria, justamente ahora se ha redescubierto y readaptado para usarla en el mundo actual. Como ocurre con cualquier verdad recién descubierta debe pasar a través de tres fases: primero, se ridiculiza; luego, se está violentamente en su contra; al final, se acepta como evidente.

La verdad contenida en esta informacion ya es evidente para las personas en muchas partes del mundo donde la gente ha despertado ante el hecho de que un simple procedimiento casero, relacionado con una sustancia oxigenada, representa la “vanguardia” del nuevo paradigma curativo. A medida en que más y más gente vaya descubriendo esta modalidad segura, eficaz, natural y de bajo costo para tratar tanto problemas de salud menores como las enfermedades más devastadoras a las que se enfrenta la humanidad hoy en día, incluyendo el SIDA, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, los padecimientos de Alzheimer y Parkinson, puede que no sólo mejore la calidad de vida de la población sino que también ayude a resolver nuestra crisis nacional de índole sanitaria.

Les doy esta información con la esperanza de que esta terapia sea aceptada por más médicos, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, y que se convierta en una parte valiosa de la práctica médica predominante. También forma parte de mi idea de quemas personas asuman el control de su propia salud y su curación usando esta terapia, para que tengamos un mundo libre de casi todas las enfermedades.

Madison Cavanaugh

1~ CAPÍTULO UNO ~

  • La enfermedad es un gran negocio: La terrible verdad
  • Las enfermedades ficticias abundan
  • La nutrición también es un gran negocio
  • ¿Cura milagrosa o aceite de serpiente?

En este capítulo revelaré el secreto para oxigenar el cuerpo de manera que pueda prevenirse la enfermedad y, en el caso de que usted ya padezca una afección, le daré una forma fácil de deshacerse de ella. La terapia de oxígeno aquí expuesta en realidad no “cura” la enfermedad, sino que crea en su cuerpo un ambiente inhabitable para los microorganismos, virus, bacterias dañinas y agentes patógenos que la causan. Por lo tanto, permitirá que su cuerpo se cure a sí mismo.

Sin embargo, el ADD y el ADHD son simplemente afecciones en los niños ocasionadas por el consumo excesivo de azúcar refinada, comida chatarra y refrescos. Los medios declaran que el ADHD es una especie de “epidemia” porque en Norteamérica se ha diagnosticado a 6 millones de niños con este trastorno (13% de los escolares del país). El medicamento, Ritalin, se volvió muy popular porque el ADHD fue considerado una enfermedad genuina que necesitaba una receta. Y los psiquiatras estaban muy contentos porque recibían compensaciones económicas de las compañías farmacéuticas cada vez que lo prescribían a niños que, en realidad, sólo eran un poco hiperactivos (probablemente porque consumían azúcar en exceso).

Además, en los últimos años, ha habido un auge en el uso de potentes psicotrópicos, medicamentos que alteran lamente en niños tan pequeños como de 2 y 3 años de edad (por lo menos en los hogares de acogida) porque resulta mucho más barato y fácil mantenerlos callados que dedicarles el tiempo necesario para cuidarlos. De 1995 al 2000 el número de recetas para medicamentos “camisa de fuerza química” como el Prozac, el Paxil, el Zyprexa y el Depakote (o Depakine) aumentó más del 100%.

Claramente, la industria farmacéutica quiere categorizar a la mayoría de la población como si tuviera algún tipo de trastorno. ¡Y si no hay un trastorno legítimo, bueno, siempre se puede inventar uno! El trastorno de ansiedad social (timidez o falta de habilidades sociales) y el miedo a hablar en público son sólo dos de estos llamados trastornos que intentan englobar a la población entera.

Todo el mundo sufre de algún grado u otro de timidez, dependiendo de la situación social; el miedo a hablar en público es un temor natural que tienen la mayoría de personas. Éstas no son enfermedades en lo absoluto, más bien son tendencias humanas normales o diferencias conductuales.

Pero cuando se les categoriza como trastornos, los médicos obtienen la libertad de recetar una amplia variedad de medicamentos— como la duloxetina para la aflicción, el escitalopram para el uso excesivo de Internet, el divalproex sódico para el trastorno explosivo intermitente, el topiramato para el juego compulsivo, la fluvoxamina para las compras compulsivas, la naltrexona para la adicción a la pornografía, y la quetiapina para el miedo a hablar en público.

El Physicians Desk Reference1 (PDR) es considerado la Biblia médica (que se actualiza anualmente) donde están recopilados todos los medicamentos que pueden prescribirse para que los utilicen los médicos a la hora de recetar. Si busca un medicamento en el PDR, encontrará su “mecanismo de acción” por el cual el medicamento produce un efecto en un organismo vivo o en un sistema bioquímico. Con frecuencia, el mecanismo de acción para un gran número de medicamentos aparece como “desconocido”. Algunas veces se describe con expresiones como “parece ser” o “se piensa que” o “se cree que» las cuales no son científicas; más bien sugieren conjeturas con cierta base en lugar de información fundamentada en evidencia científica concreta.

Por ejemplo, casi todos los psicotrópicos (es decir, medicamentos utilizados en el tratamiento de enfermedades mentales) tienen un mecanismo de acción desconocido; aún así felizmente se recetan porque “se ha demostrado” que tranquilizan a los monos en el laboratorio y a los prisioneros. Las estatinas son otra clase de medicamentos que tienen un mecanismo desconocido de acción; pese a ello los médicos las recetan como si fueran caramelos, a pesar de que causan una amplia gama de efectos secundarios que van desde la miopatía.

Además, cuando se empieza un tratamiento con estatina, esta sustancia normalmente tiene que tomarse de por vida o se corre el riesgo de sufrir un ataque al corazón, como le sucedió al ex Vicepresidente Al Gore.

Estoy de acuerdo con el Dr. Joseph Mercola en que la mayoría de los medicamentos con receta son innecesarios y que, en realidad, podrían “estar matándonos legalmente”, sin mencionar que, al mismo tiempo, nos roban con descaro. En lugar de depender de medicamentos y pagar cerca de un trillón de dólares al consorcio farmacéutico por remedios que no curan (y que a menudo causan daño, o incluso la muerte), deberíamos confiar en un planteamiento natural para alcanzar una salud óptima.

La nutrición también es un gran negocio

Desde 1978 he sido una aficionada y una ávida investigadora de los planteamientos naturales y holísticos de la salud. También he escrito artículos sobre ello como editora que colabora en publicaciones de salud holística. Como tal, en los últimos 30 años he sido testigo de un interminable desfile de remedios y terapias “naturales”. Algunos tenían mérito y otros tenían poco o ningún beneficio para la salud.

También he visto incontables productos con ventajas mínimas para la salud que se han hecho pasar como “grandes descubrimientos” cuando, en sí, no son más que una comercialización exagerada y una publicidad astuta diseñada para sacar provecho de las tendencias en materia de salud.

Muchas veces he observado cientos, o incluso miles de nuevos negocios salir de la nada para beneficiarse de estas modas pasajeras. El caso de referencia es: La popularidad de Dead Doctors Don’t Lie (el dr. muerto no miente), una presentación en audio del Dr. Joel Wallach, veterinario y naturópata, donde explica la esencia de sus ideas sobre salud y nutrición, que despertó la histeria por los minerales coloidales en los años 90. En la cinta de audio, que según se sabe se distribuyó a más de 50 millones de personas, el Dr. Wallach afirmaba que:

1) las deficiencias en minerales son responsables de la mayoría de las enfermedades crónicas; y 2) sólo los minerales en forma “coloidal” contienen todos los minerales esenciales que pueden ser absorbidos adecuadamente por el cuerpo humano.

Como resultado de esa cinta de audio, el mercado y las tiendas de alimentos naturales de todas partes se llenaron de una inundación de caros suplementos de mineral coloidal, a pesar de que ningún trabajo científico revisado haya demostrado que los minerales coloidales se absorben mejor que los normales, que los argumentos de mejora en la salud sean anecdóticos y que no se hayan probado científicamente.

El ejemplo anterior muestra cómo el antiguo enfoque de la “autoridad tradicional” en la Ciencia y la Medicina utilizado en los siglos XV y XVI sigue vivo en el mundo moderno. Este enfoque, ya explicado en el capítulo previo, consiste en la idea de que si una persona prominente declara que algo es verdadero, tiene que serlo. Sin embargo, en la sociedad actual no es necesario que una persona prominente determine que algo es verdadero. Algunas veces, todo lo que hace falta es un interlocutor carismático que tenga la habilidad de presentar argumentos creíbles, o un vendedor brillante que pueda capturar la imaginación de los compradores y construir un enorme imperio del marketing sobre un pedacito de información que ni siquiera es un hecho establecido.

Desde que existe el movimiento de la salud natural y bienestar, las modas pasajeras y las tendencias que se fundaron en la desinformación o en datos erróneos han ido y venido.

Estas son sólo algunas de ellas:

  • La popularidad de la margarina y los aceites hidrogenados, como un sustituto “más sano” de la mantequilla y las grasas animales empezó a finales de los años 50 y principios de los 60, cuando se pensaba que había una correlación entre las enfermedades cardiovasculares y el consumo de grasa animal. Esto se refutó en el 2000, cuando se descubrió que los ácidos grasos transaturados, que están presentes en los aceites químicos hidrogenados y la margarina, tienen efectos dañinos que, incluso, son peores que el consumo de grasa animal. Las grasas transaturadas se han relacionado con el aumento de las cardiopatías coronarias y el cáncer, así como de otras enfermedades crónicas.
  • Millones de norteamericanos han estado tomando altas dosis de beta caroteno porque inicialmente se pensó que prevenía el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Varios estudios de años de duración han refutado esto, incluyendo uno realizado a 18.000 sujetos que no mostraron ninguna reducción significativa de las enfermedades cardiovasculares (pero sí un 29% más de incidencias de cáncer pulmonar) que aquellos que habían recibido un placebo. De ello se desprende que el estudio de observación inicial de grandes poblaciones que mostraba que las personas que comían muchas frutas y vegetales ricos en beta caroteno tendían a tener un riesgo bajo de cáncer, de enfermedades cardiovasculares y ataques al corazón, no necesariamente significaba que los suplementos de beta caroteno fueran igualmente eficaces.
  • En las últimas décadas, los fabricantes de suplementos (e incluso profesionales sanitarios) han exhortado a las personas a tomar grandes cantidades de antioxidantes como la Vitamina C, la Vitamina E, el superóxido dismutasa (SOD), porque tales suplementos nutricionales supuestamente buscan los radicales libres que causan daños a las células. Sin embargo, se ha demostrado en el laboratorio que aportar estos antioxidantes a un cultivo de células no disminuye la producción de radicales libres en modo significativo alguno. También se ha comprobado que cuando una persona toma un antioxidante, los jugos digestivos anulan cualquier acción de búsqueda de radicales libres mucho antes de que éste entre en contacto con las células que debe proteger.
  • Hace tiempo que las cápsulas de gelatina se promocionan como lo mejor que puede tomarse para fortalecer las uñas. Aunque contienen colágeno, una proteína que está presente en las uñas y otros tejidos del cuerpo, se ha refutado el argumento de que un suplemento de gelatina tenga algún beneficio en el fortalecimiento de las mismas.
  • Desde hace tiempo los entusiastas de la miel proclaman sus beneficios para la salud y, como resultado, se han disparado las ventas en las secciones de miel de los supermercados y tiendas de alimentos naturales. El atractivo de la miel se deriva del hecho de que, a diferencia del azúcar de mesa común (sacarosa), se trata de un “néctar” puro y natural recolectado por las abejas, y por lo tanto debe contener nutrientes saludables, en lugar de simplemente calorías vacías.

Aunque es cierto que las abejas recolectan la miel, muy pocas personas saben que estos insectos en realidad recogen el néctar de las flores y lo regurgitan, que es un eufemismo de “vomitar”. Así que, en verdad, se trata de una sustancia que va directamente del estómago de las abejas al de las personas. Además, se ha probado que la miel no contiene ninguna ventaja nutricional sobre el azúcar común de mesa, porque las cantidades minúsculas de vitaminas B, hierro y fósforo de la miel son nutricionalmente insignificantes.

La miel es casi idéntica al azúcar en su estructura química, pero al ser más espesa, contiene un 32% más de calorías por cucharada. Esto no quiere decir que el azúcar de mesa procesado y refinado sea saludable. Hay sustitutos del azúcar más sanos y naturales, como el néctar de agave y la estevia.

  • En 1986, el aceite de canola se promocionaba como un aceite saludable porque es más bajo en grasa saturada (6%) que cualquier otro aceite. En cambio, el aceite de cacahuete contiene un 18%, y el aceite de palma, un 79% de este tipo de grasa. Debido a que el aceite de canola también contiene grasa monosaturada que equilibra el colesterol de un modo comparable al aceite de oliva, el Consejo Canadiense del Canola intentó relacionar muchos de los beneficios de los tipos de dieta mediterránea rica en aceite de oliva con las dietas altas en aceite de canola (a pesar de que el aceite de canola no se ha utilizado jamás en la cocina mediterránea). La propaganda funcionó, y las ventas de aceite de canola han estado creciendo desde entonces. Sin embargo, no mucha gente sabe que freír con aceite de canola libera gases tóxicos y carcinogénicos. En estudios epidemiológicos recientes se demostró que había una relación entre la alta incidencia de cáncer pulmonar en mujeres chinas y el hecho de cocinar en wok con aceite de canola (también llamado de colza). Según nutricionistas y bioquímicos, se ha demostrado que el consumo de aceite de canola causa lesiones fibróticas en el corazón, trastornos degenerativos SNC3, cáncer de próstata, anemia, cáncer pulmonar, estreñimiento, irritación de las membranas mucosas y muchos efectos tóxicos.

Continuamos en la proxima publicacion.

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