Aprender cómo manejar la energía es un proceso que se despliega en todas las vías de la existencia. En nuestro rincón del cosmos, la humanidad está profundamente imbuida en una transformación espiritual a nivel mundial con el propósito de eliminar de los genes una enorme acumulación de creencias sobre el miedo y los patrones energéticos de dolor y separación. El fin de esta transformación es abrir un camino para las nuevas y profundas frecuencias de una mayor conciencia y para estar disponible para todo el multiverso. Toda la humanidad está aquí, junto a una serie de seres de otras dimensiones, para aportar una singular contribución a la sanación de las líneas del tiempo.

Desde el punto de vista humano, debemos estar totalmente presentes en nuestro cuerpo para participar de la manera más eficaz posible en esta transformación. Nuestro ADN está mejorando durante estos tiempos gracias a la exposición de rayos cósmicos que están eliminando grandes cantidades de energías de baja vibración que tienen nuestras raíces en lo más profundo de la psique humana. Conforme se vaya acelerando la vibración de este nanosegundo, el momentum de la transformación fortalecerá el proceso de entrenamiento (en el que las frecuencias más fuertes y más vitales crean un gran poder electromagnético que atrae de manera selectiva a otras frecuencias de la conciencia).

Nuestras percepciones de la realidad se expandirán cuando busquemos detenidamente un nuevo nivel de sentido, además del sentido oculto, de la vida. Cuando mejoramos nuestra conciencia, contribuimos con nuestra frecuencia muy personal al continuo crecimiento colectivo y, como ser humano, tenemos que aceptar toda la responsabilidad para ejercitar el poder que nos es innato. Esa sanación requiere recordar que somos seres energéticos cuyos pensamientos, sentimientos y emociones crean el mundo en que nos encontramos. Todos estamos involucrados en esta fase multidimensional debido a un acuerdo entre muchas realidades para sanar la mente, el cuerpo y el espíritu de la humanidad, así como de todos aquellos que están conectados con nosotros. La aparición de la inspiración para una nueva visión de la vida en todo el universo también constituye un acuerdo.

Mientras la gran transformación de la conciencia está teniendo lugar en esa línea de tiempo, nuestro cuerpo físico se convierte en la arena para nuestra sanación a todos los niveles.

El cambio está ocurriendo en todas partes. La gente se está dando cuenta de la ilusión condicionada que nos aleja de nuestra mayor autonomía y de la adquisición de mayor poder. Las fuerzas que aparentemente nos limitan, de hecho nos motivan para desarrollar actitudes y habilidades que mejoran la vida y que nos proporcionan mayores logros personales. Reconocer el pobre manejo del mundo de los negocios y de los gobiernos nos ayuda a focalizar nuestra atención en aquello que es realmente importante en nuestras vidas. El modelo corporativo de éxito se está desmoronando. La gente se está dando cuenta de que los negocios que se basan exclusivamente en las ganancias de las inversiones (donde la acumulación de riqueza pasa por encima de todas las preocupaciones respecto a la salud y al bienestar de la Tierra y sus criaturas) no implica cuidado alguno para sostener la fuerza de la vida de aquellos que están implicados.


El consumismo se ha convertido en una preocupación imperante para millones de personas; esto puede durar tan sólo el tiempo que la gente acepte el marketing de créditos que les conducen cada vez más a la pobreza debido a un lazo infinito de esclavitud financiera. Cuando los códigos internos de conciencia despierten a la gente y ésta vea su propia verdad interna, un nuevo sentido común sabrá que recuperar el poder personal y una mente despierta contribuirá enormemente al bienestar de la humanidad. Ser responsable de uno mismo nutre la mente despierta y supone la verdadera inversión que cambiará el mundo ofreciendo recién encontradas libertades; además, las expresiones creativas serán la mejor restitución de nuestra focalización de energía.

Grandes cambios también están ocurriendo en el sustrato de nuestras células.

A nivel subatómico, nuestro cuerpo está siendo profundamente afectado por las energías que emanan de un gran conjunto de influencias celestes que aportan información en forma de frecuencias codificadas de luz. Estos códigos energéticos aparecen para elevar el nivel de conciencia y emerger con una fuerza importante. Como resultado de esta actividad, liberaremos energías retenidas, tanto psíquicas como emocionales, de nuestros códigos de ADN que, a su vez, atraen a nuestra vida los temas que tienen que ser resueltos. Esos temas se manifestarán en nuestra realidad, porque, mientras la gran transformación de la conciencia está siendo escenificada en las líneas del tiempo, nuestro cuerpo físico se convierte en un terreno de sanación a todos los niveles.

El cuerpo humano funciona de manera aún desconocida por la medicina científica convencional. Desde una perspectiva más amplia se nos ha convencido de que somos menos de lo que realmente somos. Cada versión de la forma humana es un aparato único de lectura de frecuencias. Ocupamos un cuerpo físico en la tercera dimensión, ya que ése es el método, uno de los protocolos fundamentales para poder experimentar y explorar los matices de lo físico. El así llamado mundo material se basa en una vibración energética específica y ese perfeccionamiento específico de nuestras percepciones sostiene el acuerdo colectivo.

Conforme vamos aprendiendo, o tal vez incluso ya lo sepamos, somos mucho más que un cuerpo físico. La presión de la aceleración de la energía afecta a nuestra conciencia física, mental, emocional, psíquica, espiritual y cósmica (cada área del ser es como un dedo de nuestra mano, por sí solo capaz de movimiento y sin embargo, mucho más eficaz cuando trabaja en cooperación con el resto del cuerpo).

Entre los diversos niveles de experiencia, nuestras emociones ejercen, sin duda alguna, el mayor impacto sobre nuestro estado de bienestar personal.

Nuestras emociones son lo que nos hacen únicos; existe una línea directa entre emociones, actividad cerebral y el modo en que funciona nuestro cuerpo. En un ser humano despierto, una salud vibrante será la señal de poder personal y la felicidad y la paz mental son los elementos más importantes a nivel emocional para conseguir y mantener un bienestar excelente, tanto a nivel físico como mental. El bienestar emocional indica a nuestro cerebro mediante frecuencias que envíe mensajes positivos al resto del cuerpo para que se emitan combinaciones químicas precisas desde la farmacopea interna con el fin de fortalecer y cuidar nuestro sistema inmunológico. Cuando estamos emocionalmente equilibrados, nuestro vehículo físico está más preparado para interpretar las conexiones entrelazadas con otros niveles de experiencia.

Nuestra computadora biológica es más sofisticada que cualquier tecnología manufacturada, porque la complejidad sinfónica de nuestras respuestas emocionales ante la vida nos influye directamente. Recordemos que nuestro cuerpo es muy leal: para ello, concederos un inmediato feedback sobre los efectos de nuestros pensamientos y sentimientos. La salud, al fin y al cabo, es un estado mental. La decisión de ver nuestra vida como algo lleno de sentido y el hecho de darse cuenta de que todo ocurre por buenas razones son los resultados positivos de nuestro poder personal.

La salud es un bien, y un correcto sistema inmunológico es la clave para una buena salud, y la clave más sencilla para un sistema inmunológico sano es la felicidad. La transformación de la conciencia humana nos recuerda que debemos aceptar la responsabilidad personal para nuestra salud y nuestra sanación, ya que somos nosotros y nadie más, quienes estamos a cargo de nuestros cuerpos y nuestras vidas.

La habilidad tanto de dar como de recibir amor, en SUS múltiples variantes de esplendor, es la verdadera clave de la sanación.

Como ya hemos mencionado, genuinos sentimientos de amor y la apreciación del cuerpo transmiten un mensaje positivo que contiene básicamente señales esenciales para el mantenimiento de una salud excelente. Imbuirse en sensaciones de muerte y desespero, soledad, impotencia, negación, enfado, resentimiento, celos, avaricia y miedo por el contrario, transmite mensajes negativos que causan una disonancia en el funcionamiento físico del cuerpo. Actitudes negativas atraen efectos negativos. El enfado y el odio son las emociones más dañinas, porque impiden el flujo de la energía vital en el cuerpo. La habilidad, tanto de dar como de recibir amor, en sus múltiples variantes de esplendor, es la verdadera clave de la sanación, porque es la forma que sostiene y afirma la expresión emocional.

La decisión de aceptar la responsabilidad total de la creación de nuestras experiencias vitales nos aportará el poder necesario para conseguir un estado mental de claridad y un estado físico de vitalidad. Por unos momentos, clamemos a nuestra mente, y después de respirar durante unos minutos profunda y rítmicamente, consideremos esta importante cuestión: ¿Es el mundo un lugar peligroso y lleno de temores o es una gran aventura repleta de oportunidades maravillosas para despertar el poder espiritual y trascender los límites establecidos? Nuestra visión de la vida entronca con las creencias más básicas, las cuales determinan las condiciones de nuestras experiencias y dejan improntas electromagnéticas de nuestras expectativas en el campo de la existencia.

Todas nuestras creencias tienen un poderoso impacto sobre nuestra salud, porque, dependiendo de cómo nos sentimos con respecto a nosotros mismos y al mundo en general, afecta directamente al funcionamiento del sistema operativo de nuestra forma física. Recordemos que nuestros sentimientos siempre están relacionados con nuestras creencias (la manera en que nos sentimos es el resultado de lo que creemos).

No importa lo que creamos, nuestro cuerpo seguirá básicamente nuestras órdenes internas (tanto si enviamos patrones de pensamientos de muerte y desespero como de una salud espléndida). Nosotros estamos al mando de nuestra forma física y el estado de salud es un reflejo directo de nuestro mundo interior de pensamientos, sentimientos y emociones. Es precisamente en estas arenas de percepción en las que la gran sanación espiritual tendrá un profundo impacto.

Es importante comprender dónde se halla el origen de los conceptos limitantes respecto a la naturaleza del cuerpo. La mayoría de las ideas se aprende cuando todavía se es muy joven. En el útero, el bebé tiene gran afinidad con los padres genéticos, independientemente de si el padre está cerca o no. Patrones de conductas familiares a lo largo de generaciones, pero jamás verbalizados, están almacenados en la sangre; las creencias y actitudes de tanto la madre como el padre son bien conocidas por el bebé antes del nacimiento.

Los niños desarrollan su mente gracias a probar, modelar e imitar el entorno físico, mental y espiritual. Cuando la conducta aprendida entronca con enseñanzas que implican una sensación de impotencia para controlar la salud de nuestro cuerpo, esas ideas plantan semillas de muerte, que enraízan y se convierten en creencia de dudas y desespero, e incluso pueden, en un momento determinado, alejarnos de nuestras habilidades para crear una salud vibrante desde el interior.

El poder de la sugestión es bien entendido en el entorno de la medicina científica; sin embargo, su aplicación negativa se puede ver fácilmente con las constantes advertencias de protegerse de las exposiciones dañinas al sol y a la naturaleza, o la necesidad de vacunas que realmente son «cócteles» químicos tóxicos. Y graves anuncios siempre acompañan la llegada de la anual epidemia de gripe. La enfermedad es ahora un gran negocio. Tenemos que empezar a pensar en términos de no contagiaros con todo lo que pasa por el aire, ya que es como infringir las normas y no levantar la mano para alcanzar el balón. Millones de personas se asustan hasta tal punto que adquieren diferentes enfermedades, incluso la muerte, y contribuyen al negocio del miedo porque se les ha enseñado a negar la conexión entre la mente y el cuerpo.

Una aceptación de la muerte jamás cuestionada tras un pronóstico médico puede proceder de diferentes creencias básicas, pero todo se resumirá finalmente en una creencia soterrada con respecto a la propia impotencia, que se podría expresar de la siguiente manera: «¿Quién soy yo para cuestionar la autoridad médica?

¿Qué sé yo?

La medicina moderna tiene todas las respuestas.

Tengo que tener un seguro médico.

¿Qué pasaría si me ocurriera algo?

Yo no tengo control sobre mi cuerpo».

  El sistema médico, básicamente ineficaz y caro, se sostiene gracias a estas creencias. Desde un punto de vista más amplio, esa sensación de ausencia de poder de cómo crear el bienestar físico ha tenido como resultado un pobre manejo de la energía de los recursos físicos y mentales que se manifiestan actualmente en una epidemia de enfermedades serias.

Una enfermedad es una batalla interior y la gente enferma, en parte, debido a una paralización de su desarrollo mental y emocional, que impide el acceso a conexiones y energías cósmicas y espirituales. El deseo de que alguien se ocupe de sanar y cuidar el cuerpo ha creado una burocracia pensada para tratar con las preocupaciones «desde la cuna hasta la sepultura» que, en la mayoría de los casos, se basa en el miedo condicionado y adquirido por la mente.

Para vivir bien y desarrollarse durante estos tiempos de transformación y cambio resulta ventajoso creer en una salud perfecta y aceptar la responsabilidad de que así sea.

Muchos están descubriendo que el intento de la medicina moderna no siempre consigue la curación porque los tratamientos (el uso de venenos caros y medicamentos) son mucho más lucrativos que descubrir la causa y el propósito del desequilibrio físico y/o mental. Ese acercamiento insano a la salud sólo sirve para estresar aún más al cuerpo. Enmascarar los sintonías de una enfermedad con medicación tan sólo encubre los procesos de pensamiento destructivo y la sensación interna de impotencia y ausencia de poder, que son la raíz del problema.

Traumas emocionales no resueltos son las causas de una enfermedad. Pensamientos débiles y una vida equivocada debilitan el cuerpo, y la masiva epidemia de enfermedades serias son el resultado directo de que la mayoría de las personas ha aceptado a lo largo de los siglos creencias restrictivas de cómo funciona el cuerpo.

Nos debemos preguntar con toda honestidad: «¿Quién se beneficia verdaderamente del concepto que tengo de mí mismo?»

Cada enfermedad, de hecho, es un mensaje positivo de Una parte del ser a otra respecto a nuestra respuesta emocional ante la vida.

Puede que hayamos aprendido a temer a nuestro cuerpo porque se nos ha dicho que se puede colapsar sin ninguna razón aparente, que es impredecible, que uno no  puede fiarse ni entregarse a él. Estas ideas son ejemplos de creencias limitantes que impiden el flujo de la fuerza de la energía vital en el cuerpo. Cada enfermedad es única para la persona que la sufre y, de hecho, es un mensaje positivo de una parte del ser a otra respecto a nuestra respuesta emocional ante la vida. Una visión respetuosa con la innata inteligencia del cuerpo es necesaria para entender los mensajes del mismo; la validez y el significado de cualquier experiencia de malestar se pierden cuando negamos el poder de  nuestros pensamientos y emociones para sanarnos nosotros mismos.

Los profesionales de la salud, que afirman nuestro poder de estar vivos y vitales en cada momento, considerarán que es un honor y un placer asistirnos para descubrir el mensaje que nuestro cuerpo nos está transmitiendo.

Un cometido consciente de vivir una vida mejor tiene que estar presente para inducir los cambios necesarios y crear unas condiciones óptimas de salud y bienestar por encima de la realidad aparente. Estamos aquí para despertar una nueva comprensión de cómo crear nuestra realidad para eliminar la programación interna que nos mantiene en un camino incómodo, pero familiar.

Debemos reconocer nuestras propias preocupaciones y liberarlas intencionadamente de nuestro campo energético. Creencias y actitudes limitadoras reducen la calidad de nuestra vida. Sensaciones de miedo ante lo desconocido se pueden reemplazar por la afirmación «siempre estoy a salvo».

Hagamos una lista de las cosas que queremos crear, al igual que hacemos la lista de la compra. La vida es una gran experiencia de aprendizaje. Tenemos que hacernos cargo de nuestra voluntad y dejar que viejos hábitos y patrones de pensamiento desaparezcan, para que también lo hagan las actividades mentales y físicas que nos agotan. Cuando nos encontremos en un acto de auto sabotaje, sonriamos internamente al ver la nueva revelación y recordemos que aprender cómo manejar la energía en el mundo material es una de las razones más importantes por las que estamos aquí.

Es de vital importancia que desarrollemos una creencia fuerte con respecto a la salud, pero, ante todo, tenemos que aceptar que es nuestra responsabilidad iniciar los cambios necesarios para conseguir los resultados deseados. La creencia de que una autoridad oficial puede etiquetar y sanar nuestro cuerpo con una píldora mágica no nos causará otra sensación que la de engaño. La píldora no es la respuesta para vivir una vida larga y sana (la inteligencia emocional y una nutrición consciente nos garantizarán una autonomía que aportará los mejores resultados).

Tenemos que elevar nuestros pensamientos con respecto a cómo funciona nuestro cuerpo; existen muchas soluciones en forma de un salto de frecuencia que nos aparta de nuestra actual manera de pensar. Si de verdad estamos buscando la píldora mágica para sanar nuestro cuerpo y nuestra vida, la encontraremos en nuestra mente. Una enfermedad se puede entender como una manifestación física de energía emocional bloqueada debido a nuestra manera de pensar (en otras palabras, cuando no se expresan las emociones y sentimientos, la energía bloqueada conduce a una actividad inapropiada que, finalmente, desembocará en una salud precaria).

Tanto si una enfermedad es importante como si se trata de un pequeño malestar, siempre se esconde un importante significado porque nuestro cuerpo es un sistema de bio-feedback de nuestras actitudes. Manejar energías implica manejar nuestra relación con el ser emocional. Examinar nuestras emociones es básico para entender el propósito de una situación en particular.

Una salud precaria no se manifiesta sin razón alguna. Somos los responsables de nuestro cuerpo y todo está estrechamente relacionado con las decisiones que tomamos y, de hecho, restringimos los procesos naturales de sanación de nuestro cuerpo cuando solamente aceptamos las etiquetas y categorías de la medicina convencional. Negamos el propósito y el poder de la inteligencia de nuestro cuerpo cuando creemos que simplemente hemos enfermado en lugar de darnos cuenta y aceptar que el cuerpo simplemente está respondiendo a nuestros sentimientos y órdenes internos.

Nosotros somos la única autoridad cuando se trata de conocer nuestro cuerpo, porque somos nosotros los que estamos llevando las riendas. Ya sea gracias a una intención clara o debido a una creencia, en algún momento manifestaremos aquello que ordenamos.

Muchas de nuestras órdenes surgen conscientemente sin importar los beneficios que nos aportan. Otras órdenes están perfectamente ocultas en nuestro subconsciente e inconsciente y viejas creencias familiares son aceptadas fielmente y jamás son cuestionadas. De esta manera se «heredan» limitaciones familiares debido a la adopción de actitudes negativas que, como resultado, acaban produciendo enfermedades similares a lo largo de generaciones en el seno de una familia. «Mi madre tenía una enfermedad determinada y lo más probable es que yo también la padezca.» Este es un ejemplo de adoptar como nuestros los retos y limitaciones de otros.

Nuestro ADN lleva muchos patrones potenciales, de modo que nos conviene elegir sabiamente. El discernimiento es un producto de la observación y nosotros debémos trascender las herencias familiares confusas y crear una experiencia más amplia para comprender el propósito de las creencias limitadas. Una vez que seámos capaces de reconocer el «quid» de la cuestión, podremos liberar de nuestro campo energético los patrones de dolor y separación.

Nuestro cuerpo es un maravilloso sistema de autocuración y autorreparación y un milagro orgánico que aún tenémos que aprender a apreciar.

Tenemos que cuidar nuestro cuerpo. El cuerpo es un almacén de poder, pero, con demasiada frecuencia, nuestras creencias impiden el flujo del poder. Nuestras creencias son un programa literal que afecta a la función celular. Nuestro cuerpo es un maravilloso sistema de auto curación y autor reparación y un milagro orgánico que aún tenémos que aprender a apreciar.

Está claro que nuestras células y órganos, nuestra sangre y nuestros huesos funcionan con una inteligencia espontánea basada en una cómoda y familiar cooperación. Nuestras células, tanto a nivel colectivo como individual, saben cómo hacer que nuestro cuerpo funcione y, si hay algún problema, nuestro cuerpo nos lo hace saber. Detrás de cada enfermedad hay un sentido y un porqué y lo mismo se puede aplicar al dolor que la puede acompañar.

Recordemos que nuestro cuerpo refleja fielmente nuestras creencias. Sentimientos de victimismo, duda y preocupación envían mensajes a nuestras células para denunciar la sensación de impotencia y carencia de poder y. de manera obediente, nuestras células se alinearán con la señal y seguirán sus órdenes. Por otro lado, elegimos confiar en nosotros mismos y esa decisión consciente, de hecho, selecciona los códigos de la conciencia a nivel subatómico, códigos que mantienen el posible patrón para entroncar con nuevas versiones de nosotros.

La elección de confiar en nosotros mismos activa una versión maravillosa de la vida basada en la creencia del poder personal. Nosotros llevamos las riendas de nuestras vidas.

Sentimientos de tolerancia, amor, respeto, compartir, cuidar, amabilidad, honestidad, gratitud y perdón no sólo fomentan una fuerte moral, sino que también aportan la paz mental. Cuando afirmamos el deseo de vivir de manera saludable y pacífica, nuestros sentidos se abren para participar en nuevos perfeccionamientos sutiles que entroncan con la reorganización de los códigos celulares de la conciencia. Esos códigos activan programas para nuevas y extraordinarias percepciones (y crean, literalmente, nuevas avenidas vitales para  recorrerlas).

El valor de reclamar nuestra autoconfianza ofrece una nueva forma de libertad personal. La elección de crear una experiencia segura, honesta, respetuosa y placentera en todas las realidades depende exclusivamente de nosotros. Cuando se abrazan creencias que mejoran la vida, una vitalidad diferente emana de nuestra forma física y, por decirlo de alguna manera, nuestro cuerpo mejora.

Un exuberante estado mental nos hace más receptivos a los efectos vibrantes de la energía de las radiaciones cósmicas. Cuando esta energía entra en nuestros chakras, nuestros sentidos se abren para percibir una nueva realización; podemos ganar una profunda comprensión espiritual de cómo las cosas que han pasado en esta vida están entrelazadas con otras líneas del tiempo. La realidad es fluida; el tiempo y el espacio son flexibles y pueden cambiar según la percepción del observador.

Nuestros cambios de percepción en el aquí y el ahora, de hecho, se expanden por las líneas del tiempo y transmiten nuestra elección de nuevos códigos de conciencia. Es así como la sanación tiene lugar en las líneas del tiempo.

Eventos y experiencias son susceptibles de volver a interpretarse porque consisten en capas y capas de acuerdos importantes; cuando se miran las cosas desde esta perspectiva, las colinas y valles de la vida adquieren un cariz y un significado completamente nuevo. La sanación de los genes humanos está relacionada con la liberación de viejos dolores y miedos atrapados, que transforman antiguos patrones de pensamiento que albergan actitudes limitadoras y aportan al cuerpo un estado de mayor conciencia.

Preguntar «por qué» cuando creámos algo cambia las frecuencias de las ondas cerebrales para así poder comunicarse con la mente cósmica. Buscar un significado más amplio restablece el equilibrio del poder natural de nuestro cuerpo para sanarse, y, desde una perspectiva más amplia, en el campo de juego de la existencia, cualquier sanación supone una reinterpretación de lo que creemos que nos ha ocurrido.

Existen muchas oportunidades cuando elegimos sanar la relación que tenemos con nuestra forma física.

Cuanta más atención prestamos y cuanto más conocimiento tenemos para reconocer los mensajes de nuestro cuerpo, especialmente las «sensaciones viscerales» procedentes del cerebro y que pasan al abdomen, más aprendemos. La inteligencia intuitiva es una expresión natural de nuestra conexión con la mente cósmica que no depende de un lugar, ya que trasciende el espacio y el tiempo. Confiemos en nosotros mismos y sigamos nuestros instintos más desarrollados. El cuerpo no trabaja en contra de nosotros; no obstante, si trabajamos en contra de él, le criticamos y nos devaluamos a nosotros mismos, nuestro cuerpo obedecerá la orden más firme.

Cuando fuertes emociones acompañan a creencias especificas, las órdenes emitidas siempre transmitirán una sensación de urgencia que hace que la manifestación sea más rápida. La creencia de que «no hay tiempo suficiente» conduce a una vida dominada por el estrés, y los ataques al corazón aparecen si predomina la orden con respecto al tiempo o es un mensaje muy fuerte enviado al cuerpo. Apegarse al sentimiento de un «corazón roto» puede ejercer los mismos efectos. El corazón es el guardián del tiempo del cuerpo: cada latido marca un ritmo que está en consonancia con el cosmos, con el útero de la madre, el centro galáctico.

Toda sanación es una reinterpretación de lo que creemos que nos ha pasado.

El deterioro generalizado del cuerpo físico ha dado lugar a una crisis mundial de salud que hace patente una falta de placer y una reducida calidad de vida de las personas del denominado mundo civilizado. La irrupción de un profundo dolor emocional y físico en los habitantes de la Tierra no es otra cosa que la expresión de una constricción de la conciencia que se basa en creencias fundamentales sobre lo que es posible y lo que no lo es.

La humanidad ha desarrollado un miedo colectivo inconsciente ante la posibilidad de tener que ocuparse de sí misma y esta creencia crea un bloqueo directo del poder del cuerpo.

Físicamente, un bloqueo o una obstrucción de energía pueden crear gran variedad de patrones , que a su vez, generan el caos dentro del sistema corporal interno. La creencia en un ser supremo que nos salvará o nos juzgará y nos castigará por nuestras transgresiones sólo provoca más descrédito y negación de la magnitud de nuestro poder de sanaros desde dentro. En nuestro mundo existen muchas creencias que se centran en el dolor y que parecen aceptables debido a experiencias que parecen reales; sin embargo, el intenso enfoque en la expectación del dolor y el sufrimiento es el verdadero origen.

Creencias respecto al dolor se aunaron a nuestra biología y se hallan en nuestro subconsciente, lo que provoca, con frecuencia, miedo a la vida.

Asuntos no resueltos como la amargura y el enfado o las heridas y las muertes traumáticas, procedentes de otra vida, aparecen frecuentemente en forma de dolores y dolores crónicos en el cuerpo. Los patrones de nuestros genes contienen memorias de nuestras diversas reencarnaciones, y al mismo tiempo, también la historia completa de nuestro linaje genético de sangre.

Las expectaciones de dolor crean en el cuerpo patrones de negación; como resultado, ciertas cosas son automática e inconscientemente censuradas, encasilladas y filtradas a través de un proceso invisible de protección, un sistema que se esfuerza para evitar a toda costa encuentros dolorosos. El dolor se convierte en el enemigo y llevado a extremos, cualquier evento resulta sospechoso. Cuando sucede esto, llega un momento en que el cuerpo comienza a cerrarse.

El repetido comando mental y emocional de evitar el dolor a toda costa termina por arrollar la inteligencia natural del cuerpo, creando una obstrucción importante en el campo de la comunicación celular. Este bloqueo puede manifestarse tarde o temprano como un malestar en alguna parte del cuerpo que indica literalmente dónde se están manifestando las creencias dolorosas y los temas emocionales.

Las células de nuestro cuerpo se reemplazan continuamente y, en general, ni siquiera somos conscientes de ese proceso: sin embargo, las nuevas células focalizan la atención de cumplir con nuestras creencias y órdenes. Aunque las células sean nuevas, seguirán como antes si seguimos dándoles las mismas viejas órdenes. Las células, las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas son todos inteligentes; se comunican entre sí, pues su trabajo consiste en responder á nuestras órdenes. Nosotros elegímos los códigos de conciencia que mejor expresan nuestros objetivos vitales, basados en el grado de conciencia que hemos desarrollado.

Como «jefe de las creencias», por favor, consideremos nuestra pregunta: ¿Estamos enviando órdenes de guerra a nuestra propia biología debido a conflictos escondidos?

 Nuestro cuerpo es un almacén en el que se guarda todo aquello que hemos vivido tanto nosotros como todo nuestro linaje de sangre (las alegrías, los dolores y los traumas de esta vida y de las de más allá). Todo está guardado en nuestros genes y nosotros debemos aprender el arte de la quietud y del silencio para profundizar y tener acceso a estos conocimientos. Cargamos con diversos grados de dolor no resuelto respecto a lo que creemos que los demás nos han hecho (traumas que no fueron jamás procesados ni integrados porque no fueron nunca comprendidos). Actos de violencia y de abusos sexuales nublan el espíritu y, al igual que una imperfección en un disco hace que se repita una y otra vez la misma vieja canción, nosotros repetimos experiencias hasta que desarrollamos una visión más amplia que nos permite elegir otra solución.

Utilizar palabras como siempre, nunca y eternamente para describiros a nosotros mismos o nuestras conductas pueden ser herencias lingüisticas de otras vidas.

Los eventos traumáticos crean una sensación de «algo no terminado» que debe ser entendida dentro de un contexto más amplio para ser liberados del cuerpo. Deliberaciones y acuerdos para sanar se renegocian continuamente.

Por un Mundo Mejor,

Todos juntos en La Victoria de La Luz!

 

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